-¡basta!- me dijo- ¡no quiero escucharte!, ¡no quiero verte!...

¡ya no sos nadie!...

Esas palabras me atravesaron como dagas

-¿Por qué?- pensé en silencio.

Quizás fue su exceso de ego lo que me apagó hasta oscurecerme, pero en mi cabeza sólo pasaba el tiempo mudo...

Mi represión interna dejóme un sabor amargo... un sabor de más.

Una puntada atravesó mi costado más débil hasta dejarme de rodillas ante mi orgullo.

Ese orgullo cruel, mi mercenario, mi verdugo.

Mis pensamientos manifestaron su necesidad de libertad de forma violenta; mas bien salvajemente.

En mi pecho brotó una sed de venganza que no me dejaba respirar, no me dejaba seguir en paz.

Reorganizé mis pensamientos, calculé mis prioridades y entablé una estrecha relacíon con mi lado más oscuro, ese lado frio y sofocante, allí donde predomina el ruido de mi soledad y sólo vence la mudez de mi voz.
Allí donde alguna vez supiste estar.

Sólo soy lo peor de mi.

Lo que nunca pensé ser

...o realmente soy

que soy?

quien soy?
que hago aqui?